Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

No he pedido la palabra para tomar parte en este debate, ni para contestar a los argumentos hechos por el Sr. Ministro de la Gobernación, ni a los datos fantásticos con los cuales ha entusiasmado tanto a sus amigos de la mayoría. Refutados serán esos datos fantásticos, y contestados aquellos argumentos cumplidamente, cuando lo crea oportuno; espérelo así el Sr. Ministro de la Gobernación. (El Sr. Ministro de la Gobernación: Espero tranquilo). Me levanto única y exclusivamente a protestar de ciertas reticencias hechas por el Sr. Ministro de la Gobernación esta tarde, respecto de la manera como ha venido esta minoría al Parlamento (El Sr. Ministro de la Gobernación: No he hecho reticencia ninguna); reticencia que ha obligado al Sr. Becerra Arnesto, en un arranque justísimo de indignación, a rechazarla con una frase que no tiene nada de particular, con una frase que más de una vez ha salido de labios del que llamáis vuestro jefe y vuestro pontífice, el cual con menos motivo todavía usó frase mucho más dura, porque en vez de decir no es verdad, dijo que era falso, tratándose de un asunto de discusión que no tenía nada de particular, no de una reticencia que puede venir en desprestigio del decoro y de la dignidad con que está sentada aquí esta minoría, lo cual absolutamente a nadie se ha de permitir ponga en duda, y mucho menos al Gobierno y al Sr. Ministro de la Gobernación. ¿Qué se quiere? ¿Qué se pretende? ¿Se pretende echar sobre esta minoría la mancha siquiera de la benevolencia del Gobierno? ¿Se quiere, por lo visto, tratando de humillarnos, ya que no se ha podido vencernos, se quiere, por lo visto, echarnos de aquí? Pues lo conseguiréis, porque estamos dispuestos a resistirlo todo, menos la humillación y la vergüenza, y no tendríamos vergüenza si no supiéramos aquí ocupar nuestro puesto con la dignidad que debe ocuparle todo Diputado que viene a cumplir con su deber, con el decoro que debe ocuparle todo aquel que viene a llenar los deberes de oposición que le son inherentes.

No ha debido, pues, el Sr. Ministro de la Gobernación tratar con el desvío que ha tratado a uno de nuestros compañeros, con un desvío que no merece, ni es digno de S.S. (El Sr. Ministro de la Gobernación: Digo que no es exacto, y pudiera decir que no es verdad, puesto que es la palabra que más gusta a S. S.) Me alegro que lo diga S.S., porque así corrige lo que ha dicho antes: esa es bastante satisfacción. (El Sr. Ministro de Gobernación: Digo que no es exacto). No hay necesidad de más: está S.S. perfectamente satisfecho, y yo en este punto también. Pero además necesito pedir satisfacción sobre la reticencia que ha empleado S.S. Aquí, Sr. Ministro de la Gobernación, nos sentamos todos porque nos han traído los electores, a pesar de S.S., y a pesar del Gobierno, que ha hecho todo lo posible para que no viniéramos aquí la mayor parte de los que hemos venido. (El Sr. Ministro de la Gobernación hace signos negativos). ¿Dice S.S. que no? ¿Es que quiere decir S.S. que con los medios que ha empleado con otros no hubiéramos venido al Congreso? Pero eso sería robarnos nuestro derecho, como se les ha robado a muchos de nuestros amigos; eso sería robarnos las actas, como se les ha robado a muchos de nuestros amigos que no están aquí. (Protestas y grandes rumores en la mayoría) ¿Es eso lo que se quiere decir? Pues eso no es verdad. ¿Pero es que se quiere decir que se sienta en esta minoría alguien por la benevolencia del Gobierno? Pues lo niego en absoluto; y si alguno se sienta, dígalo el Sr. Ministro de la Gobernación: si no lo dice, es que no es exacto; y si no es exacto, no ha debido el señor Ministro de la Gobernación usar la reticencia que ha usado esta tarde, para exasperar los ánimos más de lo que están con vuestras injusticias. [70]